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Sumergirse en un jacuzzi es muy popular y es más que un mero pasatiempo. Las aguas humeantes y arremolinadas son relajantes y renovadoras. Para muchos, la tina caliente también es un ritual extremadamente social.

 

Los jacuzzis no solo te hacen sentir bien, sino que también pueden ser terapéuticos. El agua caliente, especialmente cuando gira y gira, estimula la circulación y relaja los músculos. Alivia la artritis, esguinces, ciática, espasmos musculares, dolor en las articulaciones, rigidez en el cuello y dolores de espalda. Un chapuzón en un jacuzzi también puede revivir después del ejercicio o actuar como un sedante natural para inducir el sueño.

 

Pero los jacuzzis no son para todos. Si tiene presión arterial alta o toma sedantes o tranquilizantes, manténgase alejado del agua caliente. Cualquier persona que haya estado bebiendo alcohol también debe evitar esta actividad, ya que el alcohol aumenta la temperatura corporal. Se debe consultar a un médico si existe alguna duda sobre el efecto de los baños calientes en situaciones específicas.

 

Para evitar la deshidratación, beba agua a temperatura ambiente antes, durante y después de la actividad en el jacuzzi; beber agua fría puede afectar su sistema.

 

Algunas personas se sienten tan cómodas en el jacuzzi que quieren quedarse durante horas, pero de 20 a 30 minutos es todo el tiempo que cualquiera debería estar en un jacuzzi de forma continua. La exposición prolongada al calor puede agotar la energía y estresar el corazón. Un jacuzzi puede adormecerlo con una falsa sensación de seguridad, lo que promueve una estadía más prolongada.

 

Para mantener el agua de un spa en buenas condiciones y mantener una higiene adecuada, el agua debe ser clara y sin olores químicos fuertes. Los productos químicos y el equilibrio del pH deben comprobarse con frecuencia. Es preferible tener un clorador automático y un sensor que suministre cloro cuando sea necesario y mantenga el equilibrio del pH.

 

El cloro es casi siempre una opción química para matar bacterias dañinas, pero algunas personas piensan que no es saludable. Si se usa demasiado, las personas con sensibilidad pueden tener ardor en los ojos o tener un sarpullido. Los humos, especialmente en interiores, son una característica del cloro que es perjudicial para la salud.

 

El bromo es una mejor opción para el control de bacterias porque no emite un olor nocivo y es más económico porque se mantiene en agua caliente y requiere menos mantenimiento.

 

Los amantes de la bañera de hidromasaje son herederos de una tradición muy antigua. Los antiguos egipcios y chinos construyeron cámaras de baño. Los griegos y los romanos crearon lujosas zonas de baño con agua caliente, duchas frías y piscinas de inmersión. La “terapia de agua” se practica hoy en India, Turquía, Rusia y Finlandia, así como en las culturas indígenas americanas. En el Japón contemporáneo, una visita a los baños termales del vecindario sigue siendo un ritual familiar.

 

Si le encantan los jacuzzis, ¿por qué no aumentar el placer agregando hierbas especiales y aceites aromáticos al agua? Las antiguas tradiciones sabían cómo hacerlo. El aceite de lavanda, por ejemplo, tiene un aroma increíblemente relajante, mientras que el chaparral alivia las quemaduras solares y suaviza la piel. Consulte con una tienda de alimentos naturales para obtener más información sobre el producto. 

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