Notable
Madre perezosa y bebé

En el tierno abrazo del crepúsculo, donde las sombras bailan suavemente,
Allí mora una criatura de gracia tranquila, en el suave trance de la naturaleza.
Su forma, adornada con matices sutiles, un tapiz de oro suave,
Un alma lánguida, donde el tiempo se difunde, en historias aún no contadas.

Oh, pereza, el epítome de la comodidad, el sueño de un poeta eres,
Con miembros lánguidos y paz constante, reacio a la urgencia.
En reinos verdes donde el follaje teje, te balanceas en un flujo rítmico,
Un poema vivo entre las hojas, en la tranquila resaca.

Debajo de las ramas de los árboles antiguos, encuentras tu elevada percha,
En el reino del sueño, deambulas a gusto, más allá de la búsqueda humana.
Con ojos como estanques de amanecer líquido, imbuidos de serenidad,
Eres testigo de los secretos de la mañana, donde se gestan los sueños de la naturaleza.

Tu espíritu se mueve con gracia mesurada, sin prisas, como un suspiro,
Como si el ritmo implacable del mundo no fuera más que una mentira pasajera.
A través de las copas de los árboles, donde juegan los céfiros, tu espíritu suavemente teje,
Una oda a la quietud en el día, donde se respira tranquilidad.

En reinos donde el tiempo no es más que una neblina, tu espíritu encuentra reposo,
Y en cada fase lánguida y soñadora fluye un poema susurrado.
Oh perezoso, nos enseñas a abrazar la calma que habita dentro,
Para ralentizar nuestros corazones, soltar la persecución y dejar que nuestras almas comiencen.

Así que aprendamos de ti, querido amigo, el arte del descanso apacible,
Para apreciar los momentos, saborear cada uno y mantenerlos contra nuestro pecho.
Porque en la quietud que compartes, una sabiduría brilla suavemente,
Un recordatorio de que la belleza de la vida reside en los sueños tranquilos y tiernos.

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