
Entonces, ¿qué pasó con eso?
"Abuelo, ¿qué es esta palabra?" un niño pequeño le pregunta a su anciano abuelo mientras sostiene su dedo meñique sobre la palabra en su libro de cuentos.
El abuelo ajusta sus lectores y mira fijamente la palabra.
“Oh, esa palabra solía ser una práctica ampliamente aceptada, demostrada todo el tiempo y expresada de muchas maneras. No importaba quién eras, en qué creías, qué hacías o hacías… a todos se les mostraba”, respondió el abuelo.
Su nietecito lo mira y le pregunta: “¿Entonces qué le pasó?”.
“Bueno, a la gente se le empezó a enseñar lo contrario de esa palabra”, responde el abuelo con un sonido de tristeza. “Odiar, estar enojado, solo ser malo. Sé un matón y hostil con cualquiera que no crea en lo que cree. Para pelear con la gente, ser un agitador, insultar a los demás y simplemente ser feo”.
“Pero abuelo, ¿cómo era antes de eso?” pregunta el chico curioso.
El abuelo hizo una pausa de unos segundos, se quitó los lectores y miró por la ventana... reflexionando sobre su respuesta. Después de unos momentos volvió a mirar a su nieto y comenzó a expresarle todos los grandes resultados de la actitud de la palabra. Las acciones de familiares, amigos e incluso extraños cuando la palabra fue honrada. La actitud de las personas que hizo que el hogar, el trabajo, la escuela e incluso la conducción fueran una experiencia más placentera.
Después de unos minutos de atención indivisa, el niño mira a su abuelo y le pregunta: "¿Qué pasa si practico eso hoy?"
El abuelo negó con la cabeza y un pequeño "zumbido" sarcástico salió de su boca.
“Pues hijo, vas a descubrir cómo la gente ahora responde a los que usan esa palabra. Puede que no sea agradable, se burlarán de ti, te ridiculizarán y te molestarán”.
“Pero no quiero ser esas otras personas malas. Creo que elegiré hacer lo correcto de todos modos”, dijo el niño con determinación mientras miraba a su abuelo.
El abuelo lo levantó en sus brazos y le dio un fuerte abrazo mientras le susurraba al oído a su nieto: “¡Vamos, hijo, sé la diferencia!”.
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